Wednesday, November 12, 2008

Mentiras piadosas sin piedad

El más reciente post de plaqueta me hizo recordar un episodio de mi vida estudiantil. A diferencia de ella, yo sí era bien pinche mentirosa y estos fueron los hechos:

En esa época yo me iba de raite a la escuela con S, que vivía en el mismo cerro que yo (neta era un cerro, bueno pues, una colina). Esa mañana, mi amiga no encontraba por ningún lado uno de sus lentes de contacto y como estaba bien cegatas, salir de la casa sin ellos no era una opción, así que se quedó en casa hasta encontrarlos, cosa que sucedió como 45 minutos después de la hora de entrada a la escuela.

Cuando por fin llegamos, nos enteramos que había habido examen y obviamente, nos lo habíamos perdido. Pero como eramos bien chingonas, teníamos un plan B: Le dijimos al maestro -quien, meses atrás, había sufrido un accidente automovilístico bien cabrón que lo tuvo al borde de la muerte y que le dejó de recuerdo un agujero en el cachete que se veía como si tuviera una segunda boca- que habíamos chocado y le pedimos que nos aplicara el examen más tarde.

Osea, el plan era infalible; el bato se sentiria conmovido, daría gracias a dios que nosotros no corrimos con la misma suerte, nos preguntaría si no nos habíamos lastimado, nos recomendaría ser más cuidadosas al manejar y nos aplicaría el examen sin problemas, con suerte hasta nos daría unos dias para recuperarnos del susto y estudiar.

No fue así. El güey, que parecía vikingo (era pelirrojo, altote, con bigote y usaba botas vaqueras), nos citó para más tarde en la sala de maestros. Primero hizo pasar a S, le preguntó el color del otro carro involucrado en el accidente y si era hombre o mujer quien iba manejando, ella contestó que el carro era azul y que era mujer quien conducía, mientras le rezaba a todos sus santos que yo contestara lo mismo.

Cuando llegó mi turno, consciente de que ya nos había llevado la chingada, decidí expandir mis posibilidades de atinarle a la respuesta de mi cómplice y conteste así:

- No sé, maestro, yo venía estudiando ( yeah right, como si de haber sabido que habría examen me hubiera importado) y no puse atención.
- ¿Cómo que chocaron y no te fijaste en el color del carro?
- No, ps no, yo venía leyendo mis apuntes. (WTF???, todavia no aprendía la lección y seguía mintiendo)
- Y... ¿venía manejando un hombre o una mujer?
- ...mmm, no sé, a lo mejor era hombre, al o mejor mujer, tenía el pelo largo, pero ya ve usted que en estos dias ya no se sabe. (Osea, neta, ¿Qué pedo conmigo?)

Obviamente el profesor nos mando directa y contundentemente a la chingada y no nos aplicó ni madres de examen (que igual hubieramo reprobado). Eso sí, yo creo que, a pesar de la chingadera, le caíamos bien, porque nos regaló un cinco de calificación, en lugar del cero que, además de merecernos por quererle ver la cara de pendejo, hubiera sido justo (y de consecuencias nefastas para nosotros) , porque, ps en realidad no presentamos el examen.

A casí diez años de distancia del incidente, además de seguir cagandome de la risa al recordarlo, sigo sin aprender que, a pesar de ser divertidísimo, mentir es malo para la salud.

6 comments:

Gabby said...

ajajajajajajajajajajaja esas mentiras cachadas son las mejores y màs cuando tuviste compañìa... yo soy un tanto mensa para las mentiras, las digo y al tercer dia se me olvida lo q dije y sola me echo de cabeza de mis travesuras... abrazos tocaya!!!

Fire_tony said...

Yo digo que el carro era color odyflo...

Fire_tony said...

No mames, tu blog tiene palabras bien chidas para la verificación... ¿Prokent? O sea que le cae bien Superman... No entiendo.

La Reyna del Norte said...

no mamar! jajajajajjajaja que bueno que nos conocimos hasta universidad!!!

Bárbara Gómez said...

mentir rulea... aunque luego te pone en aprietos =S

Anonymous said...

jajajajajajaja me hiciste reir mucho, imagine todo tal cual jajajaja si, yo tambien fui y sigo siendo re mentirosa!! jajaja suelen pasar pruebas asi, pero es una contra cuantas mmmmñeee si vale la pena jajajaja buen post ;)