De repente me encontré dentro del recinto:un trailer con angelitos encuerados incrustados en las paredes, de cuyo techo -bastante bajo, por cierto- colgaban candelabros full size (había que tener mucho cuidado de no darse un madrazo), y muebles -que me cae- que fueron traídos directamente de algún viaje de opio.
Minutos ( o segundos?) más tarde y después de varias chelas mis compitas y yo tomamos nuestras respectivas galletitas de la suerte y nos dispusimos a disfrutar de la obra rodeadas de una numerosa clica de transexuales, muy simpáticos todos por cierto, quienes tuvieron a bien sacar mota para los comensales.
El momento cumbre de la noche llegó cuando una de las vecinas, una venerable ancianita, consideró prudente tocar la puerta del patio (que era parte del stage) para entregarle unos "productos" (de avon seguramente) que el anfitrión (a) le había encargado y es recibida por un transvesti fodongo mientras al fondo, un público bien horneado la veía con cara de " Qué pedo?" . Acto ingrato que provocó que uno de los vecinos escuchara ruido "muy fuerte" para los standares seniles estadounidenses y se pusiera a gritonearnos que nos calláramos o le iba a llamar a la policía. Yo andaba marihuanísima y no me importó, pero al parecer mato el mood de la tertulia, porque 14 frames mentales más tarde estábamos todos en la cocina comiendo sopita de camarón y tejiendo chambritas, snif.
1 comment:
jajajaj weeey quiero esos muebleees!!!
vaya que si valio la pena la espera jajaja
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